Enviado el: 06/03/2013 17:32 por Tcastillo
PERTENECER A LA CLASE OCIOSA Si de mí dependiese, editaría en un mismo volumen Vida de zarigüeyas y Las aventuras de Huckleberry Finn. Si en el segundo, el viejo Twain nos enseña a bailar con la danza del universo, en el primero —publicado en español más de treinta años después de la primera edición (1978)—, la adolescente Dolly Freed destierra del terreno teórico de la novela aquel estilo de vida alborozado y lo lleva a un manual práctico sobre «cómo convertirte en un miembro de la clase ociosa». Durante cinco años, Freed subsistió feliz y con lo mínimo —el subtítulo suena a proclama necesaria: Cómo vivir bien sin empleo y (casi) sin dinero—, gracias, sobre todo, a sus manos y mañas, que siguen siendo lo mejor que tenemos en una época de artefactos inútiles y desguace de valores: cazó tortugas mordedoras (para comérselas), cultivó una huerta, crió conejos y aprendió a disipar la depresión: «Descansa, bien abrigado (...) Suda. Caga». La vida frugal de una muchacha revolucionaria: «Jesucristo nos puso en guardia, clara y concretamente, contra la preocupación por la estabilidad futura».
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