Enviado el: 15/03/2013 11:01 por Orfeo
Que en EEUU hubo campos de concentración es algo conocido, miles de norteamericanos de origen japonés se dejaron varios años de su vida en ellos. La autora descendiente de ellos ha conseguido darles un rostro y una voz, mostrarnos sus sentimientos de impotencia y desapego asi como de incomprensión por el rechazo de sus propios compatriotas. Rechazo por aquellos que hasta entonces les saludaban por la calle, les acompañaban en la escuela o en las tiendas o les consideraban vecinos ejemplares del barrio. (...) Qué resuene nuestra conciencia sin gritos de dolor, sin alzar la voz ni insultar a nadie, sin ni siquiera buscar culpables. Simplemente destacando los hechos dolorosos, ese miedo libre a todo lo diferente que acabó con muchos estadounidenses presos de sí mismos y de los temores de sus compatriotas.
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