Enviado el: 09/04/2013 17:37 por Tcastillo
José Luis Sampedro ha logrado la que fue, quizá, su mayor ambición en los últimos años de su vida: “Morir dulcemente, como muere un río en el mar”. Hace dos años, ya notaba en sus labios resecos el saborcillo acre de la sal. No le amargaba esa certeza. No tenía miedo, en absoluto. Tampoco prisa ninguna. Se dejaba morir día a día viviendo intensamente su último amor con su esposa, la filósofa Olga Lucas, disfrutando íntimamente la gloria pública de su última etapa de idilio con los jóvenes, y sufriendo en privado las servidumbres de su vejez con un estoicismo sin pretensiones. Las cataratas no le cegaban al sufrimiento ajeno.
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