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EL CÓDICE MONÁSTICO (RELATOS ROMÁNTICOS Y FANTÁSTICOS)


AUTOR: ; ND
 
 
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Sinópsis del libro:

  • CAPÍTULO I

    ¿Dónde habré guardado el diccionario de ruso? ¿El portátil, lo tenía ya embalado en la maleta roja? ¿Estaban encima de la mesilla mis gafas de leer? ¿En la cartera, estará el pasaporte y el billete de avión?

    ¡Uf! Espero no olvidarme nada. No entiendo a los clientes. Todos tienen prisa en traducir sus manuscritos.

    Debo correr o perderé el vuelo. Contaré otra vez todo el equipaje: son tres maletas, el neceser… Y ¿los dólares no estarán en el bolso de mano?

    ¡Dios, soy un desastre!

    Claro, con el poco tiempo que he tenido para preparar este largo viaje…

    Un hombre muy impulsivo dando órdenes desde la estratosfera:
    ¡Es muy urgente! ¡Venga lo más rápidamente posible, necesito una
    traductora!

    Total, son unos miles de kilómetros de distancia. Como el planeta Tierra es muy pequeño, tengo que ir a las antípodas.

    Desde Montreal hasta un monasterio abandonado en Italia, es un paseo por el Océano.

    Para colmo debe ser un hombre, pomposo y estirado. El acento era muy marcado hablando por teléfono, debe haber nacido en las estepas rusas.

    Menos mal que domino bastante bien cualquier idioma, enseguida lo aprendo. Es un don muy preciado con el que he nacido, ya me puede hablar en chino, que no hay problema.

    Cualquier manuscrito en lenguas muertas lo traduzco como si fuera mi idioma materno. Unos cuantos años en la Universidad me han proporcionado ser la mejor experta en descifrar Códices.

    Trabajo no me falta, soy selectiva a la hora de ofrecer mis servicios. En estos momentos no me apetecía viajar tan lejos. El incentivo ha sido muy sustancioso y mi curiosidad ha podido en la balanza.

    Soy la hija pequeña de una familia muy numerosa. Mis padres son muy mayores, están jubilados y se dedican a practicar sus hobbies. Son adictos a intentar descubrir los crímenes que no han sido resueltos.

    No es para menos, mi padre ha sido policía toda su vida y mi madre siempre le ayudaba a capturar al malo con sus pesquisas. Salen muy temprano hacia la biblioteca más cercana de nuestra casa, en busca de noticias sobre asesinatos en la sección de la hemeroteca. Cuanto más antiguo es el caso más disfrutan de su afición.

    Mis seis hermanos, todos varones, están relacionados también con el crimen. Marlon, el mayor, es jefe superior en la jefatura de un pueblo de Alaska, vive felizmente con su mujer Adelaida.

    Jeremy, es detective privado, sigue soltero a pesar de sus muchas conquistas, tengo que decir que son todos guapísimos, y aunque ya son maduritos, tienen un sexapil y un atractivo que dejan cautivadas a mujeres de cualquier edad.

    Rubens, ejerce de abogado del estado aquí en Montreal, siempre defendiendo a los inocentes. Va ya por su quinto hijo, creo que quiere batir el récord de nuestros padres.

    Alex, trabaja de policía militar en Arkansas, su esposa Trudy también lo es y no desean tener descendencia.

    Oliver y Robin son gemelos idénticos y los más benjamines de los chicos. Ya han cumplido los treinta y patrullan por las calles de mi ciudad. Están solteros y son unos rompecorazones, algún día una chica sensata los atrapará, y entonces sí que me voy a reír.

    Todos los hombres de mi familia me sobreprotegen, no ha habido chico que me acompañara hasta la puerta de mi casa, que no sufriera un severo interrogatorio y duras amenazas si se sobrepasaba conmigo.

    Así he llegado a la edad de veinte años, sin un novio, prometido o amigo íntimo. Esta vez voy a escapar de sus garras y a aventurarme a cruzar el charco hacia otro continente.

    Allí menos mal que no tengo ningún pariente que me persiga, ni tíos, ni primos, ni conocidos de mis familiares para vigilarme… Es el punto fuerte a favor de hacer este viaje. Comenzaba a perder la paciencia con tanto atosigamiento. No les gusta que trabaje por mi cuenta. Quieren tenerme controlada mañana, tarde y noche, y si en un futuro lejano formo una familia, deberá ser mi esposo un respetable hombre de ley.

    Mis amigas no dan crédito a mi falta de romance. Lucy y Veronique siempre me a

    Idioma: CASTELLANO

  • CAPÍTULO I

    ¿Dónde habré guardado el diccionario de ruso? ¿El portátil, lo tenía ya embalado en la maleta roja? ¿Estaban encima de la mesilla mis gafas de leer? ¿En la cartera, estará el pasaporte y el billete de avión?

    ¡Uf! Espero no olvidarme nada. No entiendo a los clientes. Todos tienen prisa en traducir sus manuscritos.

    Debo correr o perderé el vuelo. Contaré otra vez todo el equipaje: son tres maletas, el neceser… Y ¿los dólares no estarán en el bolso de mano?

    ¡Dios, soy un desastre!

    Claro, con el poco tiempo que he tenido para preparar este largo viaje…

    Un hombre muy impulsivo dando órdenes desde la estratosfera:
    ¡Es muy urgente! ¡Venga lo más rápidamente posible, necesito una
    traductora!

    Total, son unos miles de kilómetros de distancia. Como el planeta Tierra es muy pequeño, tengo que ir a las antípodas.

    Desde Montreal hasta un monasterio abandonado en Italia, es un paseo por el Océano.

    Para colmo debe ser un hombre, pomposo y estirado. El acento era muy marcado hablando por teléfono, debe haber nacido en las estepas rusas.

    Menos mal que domino bastante bien cualquier idioma, enseguida lo aprendo. Es un don muy preciado con el que he nacido, ya me puede hablar en chino, que no hay problema.

    Cualquier manuscrito en lenguas muertas lo traduzco como si fuera mi idioma materno. Unos cuantos años en la Universidad me han proporcionado ser la mejor experta en descifrar Códices.

    Trabajo no me falta, soy selectiva a la hora de ofrecer mis servicios. En estos momentos no me apetecía viajar tan lejos. El incentivo ha sido muy sustancioso y mi curiosidad ha podido en la balanza.

    Soy la hija pequeña de una familia muy numerosa. Mis padres son muy mayores, están jubilados y se dedican a practicar sus hobbies. Son adictos a intentar descubrir los crímenes que no han sido resueltos.

    No es para menos, mi padre ha sido policía toda su vida y mi madre siempre le ayudaba a capturar al malo con sus pesquisas. Salen muy temprano hacia la biblioteca más cercana de nuestra casa, en busca de noticias sobre asesinatos en la sección de la hemeroteca. Cuanto más antiguo es el caso más disfrutan de su afición.

    Mis seis hermanos, todos varones, están relacionados también con el crimen. Marlon, el mayor, es jefe superior en la jefatura de un pueblo de Alaska, vive felizmente con su mujer Adelaida.

    Jeremy, es detective privado, sigue soltero a pesar de sus muchas conquistas, tengo que decir que son todos guapísimos, y aunque ya son maduritos, tienen un sexapil y un atractivo que dejan cautivadas a mujeres de cualquier edad.

    Rubens, ejerce de abogado del estado aquí en Montreal, siempre defendiendo a los inocentes. Va ya por su quinto hijo, creo que quiere batir el récord de nuestros padres.

    Alex, trabaja de policía militar en Arkansas, su esposa Trudy también lo es y no desean tener descendencia.

    Oliver y Robin son gemelos idénticos y los más benjamines de los chicos. Ya han cumplido los treinta y patrullan por las calles de mi ciudad. Están solteros y son unos rompecorazones, algún día una chica sensata los atrapará, y entonces sí que me voy a reír.

    Todos los hombres de mi familia me sobreprotegen, no ha habido chico que me acompañara hasta la puerta de mi casa, que no sufriera un severo interrogatorio y duras amenazas si se sobrepasaba conmigo.

    Así he llegado a la edad de veinte años, sin un novio, prometido o amigo íntimo. Esta vez voy a escapar de sus garras y a aventurarme a cruzar el charco hacia otro continente.

    Allí menos mal que no tengo ningún pariente que me persiga, ni tíos, ni primos, ni conocidos de mis familiares para vigilarme… Es el punto fuerte a favor de hacer este viaje. Comenzaba a perder la paciencia con tanto atosigamiento. No les gusta que trabaje por mi cuenta. Quieren tenerm

    Idioma: CASTELLANO

  • CAPÍTULO I

    ¿Dónde habré guardado el diccionario de ruso? ¿El portátil, lo tenía ya embalado en la maleta roja? ¿Estaban encima de la mesilla mis gafas de leer? ¿En la cartera, estará el pasaporte y el billete de avión?

    ¡Uf! Espero no olvidarme nada. No entiendo a los clientes. Todos tienen prisa en traducir sus manuscritos.

    Debo correr o perderé el vuelo. Contaré otra vez todo el equipaje: son tres maletas, el neceser… Y ¿los dólares no estarán en el bolso de mano?

    ¡Dios, soy un desastre!

    Claro, con el poco tiempo que he tenido para preparar este largo viaje…

    Un hombre muy impulsivo dando órdenes desde la estratosfera:
    ¡Es muy urgente! ¡Venga lo más rápidamente posible, necesito una
    traductora!

    Total, son unos miles de kilómetros de distancia. Como el planeta Tierra es muy pequeño, tengo que ir a las antípodas.

    Desde Montreal hasta un monasterio abandonado en Italia, es un paseo por el Océano.

    Para colmo debe ser un hombre, pomposo y estirado. El acento era muy marcado hablando por teléfono, debe haber nacido en las estepas rusas.

    Menos mal que domino bastante bien cualquier idioma, enseguida lo aprendo. Es un don muy preciado con el que he nacido, ya me puede hablar en chino, que no hay problema.

    Cualquier manuscrito en lenguas muertas lo traduzco como si fuera mi idioma materno. Unos cuantos años en la Universidad me han proporcionado ser la mejor experta en descifrar Códices.

    Trabajo no me falta, soy selectiva a la hora de ofrecer mis servicios. En estos momentos no me apetecía viajar tan lejos. El incentivo ha sido muy sustancioso y mi curiosidad ha podido en la balanza.

    Soy la hija pequeña de una familia muy numerosa. Mis padres son muy mayores, están jubilados y se dedican a practicar sus hobbies. Son adictos a intentar descubrir los crímenes que no han sido resueltos.

    No es para menos, mi padre ha sido policía toda su vida y mi madre siempre le ayudaba a capturar al malo con sus pesquisas. Salen muy temprano hacia la biblioteca más cercana de nuestra casa, en busca de noticias sobre asesinatos en la sección de la hemeroteca. Cuanto más antiguo es el caso más disfrutan de su afición.

    Mis seis hermanos, todos varones, están relacionados también con el crimen. Marlon, el mayor, es jefe superior en la jefatura de un pueblo de Alaska, vive felizmente con su mujer Adelaida.

    Jeremy, es detective privado, sigue soltero a pesar de sus muchas conquistas, tengo que decir que son todos guapísimos, y aunque ya son maduritos, tienen un sexapil y un atractivo que dejan cautivadas a mujeres de cualquier edad.

    Rubens, ejerce de abogado del estado aquí en Montreal, siempre defendiendo a los inocentes. Va ya por su quinto hijo, creo que quiere batir el récord de nuestros padres.

    Alex, trabaja de policía militar en Arkansas, su esposa Trudy también lo es y no desean tener descendencia.

    Oliver y Robin son gemelos idénticos y los más benjamines de los chicos. Ya han cumplido los treinta y patrullan por las calles de mi ciudad. Están solteros y son unos rompecorazones, algún día una chica sensata los atrapará, y entonces sí que me voy a reír.

    Todos los hombres de mi familia me sobreprotegen, no ha habido chico que me acompañara hasta la puerta de mi casa, que no sufriera un severo interrogatorio y duras amenazas si se sobrepasaba conmigo.

    Así he llegado a la edad de veinte años, sin un novio, prometido o amigo íntimo. Esta vez voy a escapar de sus garras y a aventurarme a cruzar el charco hacia otro continente.

    Allí menos mal que no tengo ningún pariente que me persiga, ni tíos, ni primos, ni conocidos de mis familiares para vigilarme… Es el punto fuerte a favor de hacer este viaje. Comenzaba a perder la paciencia con tanto atosigamiento. No les gusta que trabaje por mi cuenta. Quieren tenerme controlada mañana, tarde y noche, y si en un futuro lejano formo una familia, deberá ser mi esposo un respetable hombre de ley.

    Mis amigas no dan crédito a mi falta de romance. Lucy y Veronique siempre me a

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